martes, 29 de abril de 2008

clasicos castellanos

La singularidad del tema elegido por Susana Estrada y lo vanguardista de su tratamiento- en suma, la originalidad que destila - nos obligan a repensar su obra en el contexto de la literatura de la transición.Una asturiana que puede ser parangonada con los clásicos, los de siempre, los castellanos. A buen seguro que Don Miguel se sentiría muy honrado de compartir inmortalidad con ésta escritora.





EL CONSULTORIO FELIZ
Acudiendo a un estilo de comunicación abierto,próximo y por entero desprovisto de tabúes, Susana Estrada (actualmente empleada en una agencia inmobiliaria) , nos reveló sus dotes de guía matrimonial, psicóloga y consejera de aquellas cosas de la entrepierna o que acontecen bajo las sábanas.Una rápida lectura de esta página, nos permite afirmar que :
  • A las casadas infelices (que no tentadas por la infidelidad ) les aconseja prudencia; no es cuestión de lanzarse a aventuras amorosas que puedan resultar finalmente traumáticas o infructuosas. Aún así, cuando la sangre ha llegado al río, no cabe sino ser realistas.En consecuencia, Susana se compromete activamente con la consultante. Es cuestión de encontrar un candidato. En tal empresa, la “madre” Susana será celosa guardiana: todo caballero que aspire a contactar con su protegida ha de mostrar un pedigree limpio y mejores intenciones; datos claros y contundentemente precisos.No sea que la pobre chica resulte engañada o que caiga en manos de algún inescrupuloso…
  • A los maridos incapaces de comprender las necesidades sentimentales y sexuales de sus mujeres les da con palos y más palos. Bien se sabe que la letra con sangre entra.
  • A los jóvenes que por su inseguridad e inexperiencia podrían mancillar la felicidad de sus novias,Susana les pide mayor madurez, petición que se hace eco – según parece- del viejo adagio : “no hay mujeres frígidas sino hombres inexpertos”.

A más de un cuarto de siglo de distancia, cabe volver nuestra mirada sobre ésta personalidad pionera. A Susana Estrada le debemos mucho. Inauguró, tal vez sin saberlo, un nuevo estilo de comunicación. Nunca, después de ella, las consultas de los lectores volverían a ser las mismas.


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